Día a día, nuestras ciudades experimentan una continua transformación, con el aumento de la población urbana emergen nuevas necesidades que demandan la construcción, demolición y reconfiguración de edificaciones, así como la creación de nuevas vialidades o intervenciones en los espacios públicos.

Sin embargo, estos cambios en el espacio público no siempre se realizan teniendo en cuenta las necesidades de la comunidad, lo que puede impactar negativamente en las dinámicas de vida y movilidad de las personas.

Organismos internacionales y estados han realizado nuevos esfuerzos por intentar clasificar las ciudades de acuerdo a los experimentos y transformaciones que les suceden, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la Unión Europea desarrollaron en conjunto una metodología para definir a las áreas urbanas de manera consistente en todos los países, dicha clasificación emanó un total de 8,790 áreas urbanas funcionales que reúnen el 53% de la población Al igual que en México, en donde los esfuerzos de las autoridades por definir el Sistema Urbano – Territorial al menos ha definido un total de 92 Metrópolis, de las cuales 48 se consideran Zonas Metropolitanas, 22 Metrópolis Municipales y 22 Zonas Conurbadas.

Ante esta situación, el urbanismo táctico emerge como una herramienta valiosa para llevar a cabo intervenciones urbanas temporales, concebidas como experimentos destinados hacia la apropiación del espacio público por parte de la comunidad.

Este enfoque implica el involucramiento de las comunidades que habitan el espacio urbano durante el proceso, lo cual permite estudiar la viabilidad para la implementación de cambios permanentes o posibles ajustes.